La calefacción inteligente ahorra dinero de verdad
La regla dice: ¡por cada grado que calientas menos, ahorras alrededor de un 6% de energía! Realmente merece la pena. El salón puede ser acogedor y cálido, pero en la cocina 19 grados pueden ser suficientes, porque la cocina, el horno y el frigorífico también calientan. En el dormitorio, incluso puedes arreglártelas bien con sólo 17 grados por la noche. Cuando el aire se calienta demasiado, dormimos peor. El ahorro que supone una reducción selectiva de la temperatura cuando se calienta es notable: si se baja un grado la temperatura de un piso de 100 metros cuadrados, se ahorran hasta 100 euros en gastos de gasóleo o gas.
Nunca baje la calefacción completamente a cero
Ahorrar es bueno, pero bajar la calefacción por completo no lo es. Si apagas la calefacción en los días fríos, las tuberías de agua y calefacción pueden congelarse y reventar. Además, el riesgo de moho aumenta durante los periodos más largos sin calefacción en invierno. La temperatura ambiente no debe bajar de 15 grados.
Suba lentamente el termostato
¿Por qué? Porque no va más rápido si lo subes al máximo. Porque con el termostato se controla la temperatura final deseada de la habitación, no la velocidad de calentamiento. Suponiendo que el termostato esté en el nivel cuatro, la habitación tardará en calentarse lo mismo que en el nivel tres. Incluso puede calentarse más tiempo si se le da la vuelta demasiado tarde. Entonces, los costes de calefacción aumentan innecesariamente.
No desviar el calor a habitaciones contiguas frías
A menudo gana la comodidad: cuando una habitación se calienta demasiado, tendemos a abrir la puerta de la habitación contigua, más fresca, para que salga el aire caliente. Pero esto tiene consecuencias indeseables: el aire caliente contiene más humedad que el aire frío. Si este aire caliente y húmedo se encuentra ahora con una pared fría en la habitación contigua, se condensa en ella. El papel pintado puede humedecerse y, en el peor de los casos, provocar la aparición de moho. Por eso es mejor mantener las puertas cerradas para que la humedad no migre a otras habitaciones.
Ventilar todos los días, incluso a temperaturas bajo cero
En los días más cálidos de invierno, nos gusta ventilar porque no penetra tanto frío del exterior y perturba nuestro confort. Pero aunque haga mucho frío, debe airearse a diario para que la humedad pueda salir. Si ventila demasiado poco, corre el riesgo de que aparezca moho. Lo ideal es una humedad relativa del 65% como máximo a una temperatura ambiente de 20 a 22 grados. A temperaturas exteriores bajo cero, el tiempo de ventilación debe ser de cinco minutos al día. Se recomiendan diez minutos de ventilación de cero a diez grados y 15 minutos por encima de diez grados.
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